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sábado, 30 de abril de 2016

Procura ponerte ...













viernes, 29 de abril de 2016

Tomar distancias y alejarse de personas








El mejor accesorio de una mujer








Una relación sin amor ...










miércoles, 27 de abril de 2016

La Verdadera VID

Evangelio

Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.

Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.

Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos". 

Reflexión

En nuestro mundo tecnificado y autosuficiente, en donde las computadoras y la ciencia moderna a veces nos hacen creer que somos autosuficientes, las palabras del evangelio de hoy nos recuerdan una de las verdades que jamás debemos de olvidar: "Sin Jesús, no podemos hacer nada". 

Todo intento de progreso al margen de Dios siempre termina en retroceso, en esterilidad, en desgaste inútil. Jesús es nuestra fuerza, nuestra creatividad, nuestra sabiduría, nuestro poder. En él todo es posible. Por la acción del Espíritu Santo, circula en nosotros la corriente vital del amor, constructor y vivificador del mundo. En la medida en que nuestra vida se une e identifica más con Jesús, nuestros frutos son los frutos de nuestro tronco, de nuestra vid, y por ello es fácil reconocer quién está unido a esta "Vid", pues los frutos lo descubren. 

San Pablo en su carta a los Gálatas dice que la paciencia, la tolerancia, la alegría, la profunda paz interior son los frutos del amor de Dios que circula en nosotros. Valdría la pena revisar si los frutos de nuestra vida dan testimonio de nuestra "permanencia" en Cristo.

martes, 26 de abril de 2016

La Paz de Dios

Evangelio

Juan 14, 27-31

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: 'Me voy, pero volveré a su lado'. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.

Ya no hablaré muchas cosas con ustedes, porque se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo sepa que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que el Padre me ha mandado".

Reflexión

Quizás uno de los regalos más grandes que Jesús nos ha dejado, sea la paz. La paz profunda en el corazón que hace que el hombre, aun en medio de las más duras pruebas, no se sienta turbado ni con miedo. La paz de Dios es una paz diferente a la que de ordinario se busca. 

Es un don divino que produce en el cristiano la certeza de la presencia de Dios y de la ayuda divina. No es una paz artificial producto del no afrontar nuestras responsabilidades y compromisos, paz que muchas veces es cobardía o evasión. Un rostro sereno en medio de una tormenta, de una crisis, es la mejor señal de la presencia de Dios en él. Algo que ha asombrado a los hombres de ciencia que han estudiado la "Sábana de Turín" o "Sábana Santa", es la enorme paz que refleja el rostro del hombre "retratado" en este lienzo. 

Un hombre que, al parecer, fue martirizado de una manera atroz y que, sin embargo, muere con un rostro sereno. Es una paz que se consigue haciendo la guerra a nuestro egoísmo, a fin de dar espacio al Espíritu para que éste crezca en nosotros y nos pacifique interiormente. Te invito a que le pidas al Señor esta paz, la paz que hace de nuestra vida preámbulo del cielo.

lunes, 18 de abril de 2016

Oración de la mañana

ORACIÓN DE LA MAÑANA 
Buenos días Señor, al iniciar esta nueva semana, quiero, antes de todo, agradecerte por todo lo que me has permitido vivir a lo largo de la semana pasada, las alegrías, los momentos de convivencia familiar, las bendiciones recibidas y también los momentos de prueba, las luchas y las caídas, pues sin duda de todo Señor he podido aprender. Al iniciar este día quiero ofrecerte mis actividades, mis pensamientos, mis palabras, aquello que espero con alegría y aquello que me roba un poco la paz, ayúdame Señor a aprovechar bien este día que hoy pones en mis manos, no permitas que la desidia, la pereza o el egoísmo influyan en mi vida, al contrario dame la gracia de vivir mi día con iniciativa, no dejando para mañana lo que tengo que resolver hoy, que no pierda Señor oportunidad para hacer el bien. Tu eres Señor mi buen pastor, ayúdame a saber hoy escuchar tu voz y seguirte. Te pido Señor por todos aquellos hermanos que están sufriendo, que pasan momentos difíciles a causa de los desastres naturales, de la violencia y la enfermedad, has caer sobre todos ellos tu bendición, renueva su esperanza y no permitas que sea indiferente ante el dolor y sufrimiento ajeno ¡Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo! Amén. (Pbro. Tavo).

domingo, 17 de abril de 2016

Carta de Dios


Tú que eres un ser humano, eres mi milagro. Y eres fuerte, capaz, inteligente y lleno de dones y talentos.
Cuenta tus dones y talentos. Entusiásmate con ellos. Reconócete. Encuéntrate. Acéptate. Anímate. Y piensa que desde este momento puedes cambiar tu vida para bien. Si te lo propones y té llenas de
entusiasmo.
Y sobre todo, si te das cuenta de toda la felicidad que puedes conseguir con sólo desearlo.

Eres mi creación más grande. Eres mi milagro. No temas comenzar una nueva vida. No te lamentes
nunca. No te quejes, No te atormentes. No te deprimas.- ¿Cómo puedes temer si eres mi milagro? -. Estás dotado de poderes desconocidos para todas las criaturas del Universo.

Eres ÚNICO. NADIE ES IGUAL  A TI.


Sólo en ti está aceptar el camino de la felicidad y enfrentarlo, y seguir siempre adelante. Hasta el fin.
Simplemente porque eres libre.

En ti está el poder de no atarte a las cosas. Las cosas no hacen la felicidad. Te hice perfecto para que
aprovecharas tu capacidad y no para que te destruyas.

Te di el poder de pensar.
Te di el poder de imaginar.
Te di el poder de amar.
Te di el poder de crear.
Te di el poder de determinar.
Te di el poder de planear.
Te di el poder de elección.
Te di el poder de rezar.
Te di el dominio de elegir tu propio destino usando tu voluntad.
Qué has hecho de éstas tremendas fuerzas qué te di?. No importa. De hoy en más, olvida tu pasado, usando sabiamente este poder de elección.

Elige amar, en lugar de no amar.
Elige reír, en lugar de llorar.
Elige crear, en lugar de destruir.
Elige perseverar, en lugar de renunciar.
Elige alabar, en lugar de criticar.
Elige dar, en lugar de no hacerlo.
Elige actuar, en lugar de aplazar.
Elige crecer, en lugar de estancarte.
Elige, elige bendecir, en lugar de blasfemar.
Elige, Elige VIVIR...

- Y aprende a sentir mi presencia en cada acto de tu vida.
- Crece cada día un poco más en el optimismo y en la derrota.
- Yo estoy a tu lado siempre. Llámame. Acuérdate de mí.
- Vivo en ti desde siempre.
Trata de volverte niño, simple inocente, generoso, dador, con capacidad de asombro y capacidad de
conmoverte ante la maravilla de sentirte humano. para que puedas conocer mi amor, puedas sentir una
lágrima, puedas comprender el dolor. No te olvides que eres mi milagro. Que te quiero feliz, con
misericordia, con piedad, para que este mundo que transitas pueda acostumbrarse a reír, siempre que
tú. aprendas a reír. y si eres mi milagro, entonces usa tus dones y cambia tu medio ambiente,

contagiando esperanza y optimismo sin temor, porque yo estoy a tú lado.!!!

sábado, 16 de abril de 2016

Señor, tu tienes palabra de vida eterna

Evangelio

Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras: "Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?"

Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo de hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen". (En efecto, Jesús sabía desde el principio quienes no creían y quien lo habría de traicionar). Después añadió: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También ustedes quieren dejarme?" Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".

Reflexión

Lo más seguro es que toda tu vida hayas sido cristiano por tu bautismo pero, ¿alguna vez te has cuestionado seriamente sobre quién es Jesús para ti? ¿Qué representa en tu vida? 

Para Pedro, a pesar de todas las cosas que no puede entender sobre lo que Jesús hace y dice, su convicción es firme: "Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios". Hermano, no siempre las cosas que leemos de la Sagrada Escritura nos resultan entendibles, hay que creerlas y por lo tanto vivirlas, exactamente como Jesús nos las dice, aunque nos suenen ilógicas y carentes de sentido. A los que escucharon el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida, les sonó "repugnante" el tener que comer su carne y su sangre. 

Jesús estaba hablando de realidades que no entendían aún, pero eso no es una limitación para Pedro, "Señor, haremos lo que tú dices, aunque no entendamos y nos resulte incomprensible". Esta es la fe pascual, la que nos prepara para poder participar de realidades todavía más increíbles, para poder tener acceso a las cosas del cielo. Aprovecha esta Pascua para dar una respuesta clara sobre la identidad y poder de Jesús en tu vida.

viernes, 15 de abril de 2016

Si necesitas del Señor ...

Evangelio

Juan 6, 52-59

En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"

Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.

Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre". Esto lo dijo Jesús, enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.

Reflexión

En esta cita se encuentra la médula del significado y del valor de la Eucaristía. Jesús dice: "el que no coma y beba no tendrá vida", por ello, lo primero que surge es que este alimento espiritual no es "optativo", es algo que se exige si verdaderamente se quiere tener la "Vida" y aspirar a la resurrección Eterna. El efecto de este pan de vida, es la unión y permanencia con Jesús. De manera que el pan se convierte en la savia que da vida a nuestra vida injertada en Cristo. 

Juan 15 nos dice Jesús que de la misma manera que el sarmiento lo hace con la vid, nosotros debemos permanecer unidos a él. Es decir, no se trata de estar a ratitos (ser cristiano de momentos), sino de una permanencia. Aclara, para que no haya dudas, que el pedazo de pan que se consagra en la Eucaristía es verdaderamente su cuerpo. Es decir, no es una presencia "simbólica", como dicen algunos o meramente espiritual, sino que es real y substancialmente su cuerpo y su sangre.

Finalmente, y como consecuencia de esto, se trata de comer, de masticar (el verbo griego que usa San Juan es "trogon" significa morder, masticar; de darnos cuenta que estamos "comiendo" a Jesús y que esto es precisamente lo que nos da la vida. Te invito a que este domingo, en la celebración eucarística tengas la experiencia de "comer", de "masticar" a Jesús. Que te hagas consciente de lo que comes y que te unas íntimamente, como el sarmiento a la vid, a Jesús.

jueves, 14 de abril de 2016

Palabra de Dios

Evangelio

Juan 6, 44-51

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios.

Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ése sí ha visto al Padre.

Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Este es el pan que ha bajado del cielo, para que, quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida".

Reflexión

Este texto del capítulo seis que hemos venido leyendo esta semana, se le conoce como el "Sermón eucarístico". 

En virtud de que el evangelio de San Juan fue el último en escribirse, cuando ya toda la comunidad cristiana celebra "la cena del Señor", Juan ha omitido el relato de la "institución", pero ha recogido una serie de instrucciones de Jesús sobre el significado de lo que la comunidad ya celebra y con ellos ha construido esta magnífica catequesis sobre la Eucaristía. En este sermón hace pasar a la comunidad, del pan que necesitaron los judíos a su paso por el desierto, el maná, para vivir durante el desierto al pan que "da la Vida"; el pan que hace posible la vida eterna. 

No desprecia la comida del cuerpo; de hecho primero alimenta a la comunidad físicamente y después espiritualmente. El Cuerpo y la Sangre de Jesús son "verdadera comida", es una comida como la que comieron junto al lago. La comida del pan, alimenta el cuerpo; la Eucaristía, el espíritu. Sin estos alimentos el hombre se debilita y puede morir. ¿Realmente tomas la Eucaristía como un alimento?

miércoles, 13 de abril de 2016

Dios nos dice HOY

Evangelio

Juan 6, 35-40

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero como ya les he dicho: me han visto y no creen. Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día".

Reflexión

Este texto nos ayuda a entender lo importante de la fe como un don de Dios. Jesús dice: "Todo aquel que me da el Padre", es decir, el llegar a Jesús no es únicamente voluntad humana sino más bien respuesta al don de la fe. Es un binomio que se debe enlazar y crecer. 

Dios suscita en mí la fe en la resurrección de Cristo, en su ser Dios, en su presencia en mí, pero ahora debe de haber una respuesta generosa a esta revelación interior de Dios. A mayor fe, se esperaría una respuesta más grande de la persona. Sin embargo ¿qué pasa?, nos encontramos frecuentemente con gente que dice: yo creo en Jesucristo, creo que él es Dios, creo que está vivo, sin embargo su respuesta a esta fe no es congruente con lo que profesa, por ello no tiene Vida. 

En otras palabras, Dios nos pone en el corazón el deseo de ir a Jesús, de conocerlo, de amarlo, de tenerlo como Señor, pero ahora depende de nosotros el caminar, es decir, el orar, el conocerlo en su Palabra, el recibirlo verdaderamente como pan de vida. Pan que da la vida eterna. Revisa en estos días qué tan generosa está siendo tu respuesta a la fe que Dios ha suscitado en ti.

martes, 12 de abril de 2016

Señor , danos siempre de este pan


Evangelio

Juan 6, 30-35

En aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: "¿Qué señal vas a realizar tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo".

Jesús les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo".

Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed".

Reflexión

El hombre de hoy está sediento, está hambriento y no sabe de qué. Por ello ha desatado una búsqueda sin tregua tratando de encontrar algo que verdaderamente lo sacie. 

Lo busca en el placer, en el poder, en la fama, en el dinero. Al final de la búsqueda, siempre encuentra lo mismo: vacío y soledad. Y es que sólo Jesús es el pan que sacia. Sólo la vida en el amor de Dios puede dar sentido a la vida. Jesús dijo: "Yo soy el pan que da la vida". 

Por ello sólo Él sacia, sólo su amor llena nuestros vacíos y nuestras soledades. La vida en Cristo se transforma en plenitud. Por ello, quien tiene a Cristo lo tiene todo, quien no lo tiene, carece de todo. Esta Pascua es de nuevo la oportunidad para encontrarnos con Jesús resucitado, con el verdadero pan que sacia, con el pan que da la vida; que es paz, alegría y amor. 

Encuéntrate hoy con Jesús en tu oración personal. Está esperándote para saciarte.

lunes, 11 de abril de 2016

La Obra de Dios

Evangelio

Juan 6, 22-29

Después de la multiplicación de los panes, cuando Jesús dio de comer a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la multitud, que estaba en la otra orilla del lago, se dio cuenta de que allí no había más que una sola barca y de que Jesús no se había embarcado con sus discípulos, sino que éstos habían partido solos. En eso llegaron otras barcas desde Tiberíades al lugar donde la multitud había comido el pan. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste acá?" Jesús les contestó: "Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el Padre Dios lo ha marcado con su sello".

Ellos le dijeron: "¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?" Respondió Jesús: "La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien él ha enviado".

Reflexión

Es importante el trabajo en nuestra vida, Jesús mismo trabajó de la misma manera que nosotros lo hacemos; después, como trabajo, realizó el anuncio de la Palabra de Dios. El mismo San Pablo les dice a los tesalonicenses: "El que no quiera trabajar que tampoco coma". 

Sin embargo, ya había dicho Jesús que no sólo de pan vive el hombre. Es, pues, importante, junto con nuestro trabajo cotidiano, con el cual sostenemos el cuerpo, el trabajar también por el alimento espiritual el cual nos es dado por el mismo Cristo.

La lectura diaria del "pan de la Palabra", nuestra lectura espiritual, nuestro rato de oración son los elementos que, como veremos en estos días, unidos a la Eucaristía, hacen que nuestra vida espiritual crezca y se fortalezca. Muchos cristianos hoy en día viven con una grande anemia espiritual que los puede llevar incluso a la muerte espiritual. 

Si en todos los comerciales de golosinas han incluido la frase: "Aliméntate bien, come frutas y verduras", nosotros podríamos decir: ¡Aliméntate bien, ora, medita y comulga!

domingo, 10 de abril de 2016

Dios nos dice HOY

Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberiades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo; Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: - «Me voy a pescar». Ellos contestan: - «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: - «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: - «No». Él les dice: - «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. » La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: - «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: - «Traed de los peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: - «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. Palabra del señor

sábado, 9 de abril de 2016

Dios nos dice HOY

Evangelio
Juan 6, 16-21
Al atardecer del día de la multiplicación de los panes, los discípulos de Jesús bajaron al lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Ya había caído la noche y Jesús todavía no los había alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las aguas del lago se iban encrespando.

Cuando habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre las aguas, acercándose a la barca, y se asustaron. Pero él les dijo: "Soy yo, no tengan miedo". Ellos quisieron recogerlo a bordo y rápidamente la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían. 

Reflexión

La constante invitación que Jesús hace a sus discípulos a vencer el miedo debido a su presencia salvadora es una muestra de su cercanía y de su poder que comunica paz. 

La confianza que vence el miedo es fruto de la paz que, por una parte Jesús brinda con su cercanía y que se extiende en el tiempo por la acción del Espíritu Santo, el cual nos da la paz de Jesús como don propio. 

La confianza que viene de la presencia de Jesús vence todos los miedos y suscita en el corazón del hombre la paz y por tanto, la apertura a todo don divino. El miedo nos hace olvidar la presencia de Dios y cierra nuestros ojos y corazón a su acción amorosa de salvación. 

Confiemos en que el amor de Dios está por encima de todo mal y todo peligro.

viernes, 8 de abril de 2016

Dios nos dice HOY

Evangelio
Juan 6, 1-15
En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto las señales milagrosas que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: "¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?" Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan". Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?" Jesús le respondió: "Díganle a la gente que se siente". En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.

Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien". Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.

Entonces la gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, decía: "Este es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo". Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo. 

Reflexión

Quisiera hoy destacar dos pequeños elementos que surgen de nuestro texto. El primero es la acción de gracias de Jesús. Esto es algo que se ha perdido mucho en nuestra vida. 

Con la mayor naturalidad nos sentamos a comer y nos paramos de la mesa sin haber agradecido a Dios el don que nos ha dado. Ciertamente es producto de nuestro trabajo, pero ser agradecidos es don de Dios, pues todos los dones nos vienen de su generosa mano. El otro elemento en el cual podemos reflexionar es el de "no ser desperdiciados". Esto parece trivial pero mucha comida y mucho tiempo se tira a la basura por descuido nuestro. En un mundo en donde hay miles de gentes que mueren de hambre, o no tienen un trabajo, lo menos que podemos hacer es no desperdiciar. 

Debemos aprender a servirnos lo que vamos a comer y a guardar lo que sobró para que no se tire. Asimismo no debemos desperdiciar nuestro tiempo, si verdaderamente lo reconocemos como don de Dios; tirarlo o desaprovecharlo, es desaprovechar el don de Dios. Esta instrucción de Jesús nos abrirá la puerta no sólo a la caridad y a la generosidad, sino a valorar lo que tenemos y a usarlo correctamente.